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A Florencia Cresto y a su grupo Arkhé se les ocurrió una excelente idea: acercar a Berni a los niños. Y lo hicieron desde el lugar que ejercen: el teatro.
Pintando a Berni ha implicado un arduo trabajo de investigación sobre el pintor argentino, eso se nota y mucho. Han seleccionado cuidadosamente qué mostrar, qué cuadros, de qué manera presentarlos y jugarlos ante los pequeños espectadores.
Una mención aparte, el trabajo pictórico-escenográfico, uno puede percibir la materialidad de la construcción, los milagros con los residuos; lo abandonado, lo escondido, lo descartado, se pone en primer plano para crear.
Y lo que sucede con los materiales recorre también la cuestión temática, los pintados de Berni son muchas veces los seres escondidos de la ciudad, los que están al margen, al costado de la vida esperando el milagro de ocupar el lugar que les corresponde.
Entonces se producen movimientos múltiples así como Juanito Laguna se inscribe en el centro del escenario, Berni a su vez también lo hace y todos salimos ganando.
Claro que además de lo social está el otro costado, el de aquél que puede vincular en un relato un paraguas y una máquina de coser. La mesa de disección y de construcción del arte. El grupo de Florencia Cresto lleva adelante también esta cuestión en el armado de la puesta y todo convive, el despojo con la proyección, el títere con el actor, el surrealismo con la preocupación social.
Antonio Berni pintó mucho para nosotros, está bueno también ese ejercicio de pintarlo a él ¿no? para hacerlo más conocido.
Mónica Berman
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El dato sobre el guiño que hace Mónica Berman en su crítica:
En 1934, Max Ernst escribía retrospectivamente en su tratado Qué es el surrealismo: «Al principio, no resultaba fácil ni a pintores ni a escultores encontrar los procedimientos propios de la "escritura automática" adaptados a sus posibilidades expresivas técnicas, que les permitiesen alcanzar la objetividad poética, es decir, excluir del proceso generador de la obra de arte la razón, el gusto y la voluntad consciente. No podían recurrir a estudios teóricos, sino sólo a ensayos prácticos y a sus resultados. El encuentro fortuito de una máquina de coser y un paraguas en una mesa de disección (Lautréamont) es actualmente un ejemplo muy conocido, casi clásico, del fenómeno descubierto por los surrealistas de que la aproximación de dos (o más) elementos aparentemente extraños entre si en un plano ajeno a ellos mismos provoca las explosiones poéticas más intensas.
Florencia Lamas